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Decisión

   Delia se sienta frente a su ordenador, toca la superficie helada y la pantalla se ilumina. Escribe su contraseña y espera a que aparezca la fotografía de fondo de pantalla. Fabián y ella están sentados en una mesa cuadrada, visten elegantes, ella un vestido tinto, el cabello suelto a un costado con rizos preciosos. Él lleva un traje color gris claro, una camisa blanca y un moño color tinto. Un toque romántico y justo para llamar la atención de Delia.     La imagen se cubre con decenas de archivos, todos con nombres como imagen_082612, ó Captura de pantalla 2015_07_23. El desorden le genera mucho conflicto, pero es precisamente la forma en la que se encuentra la mente de Delia. Sabe que algo está mal, pero ignorarlo a veces es una tarea más fácil, o cobarde. Delia abre su correo. En lo que se carga la página, revisa su celular por vigésima vez. No hay llamadas perdidas, dos mensajes nuevos. Los mensajes resultan ser imágenes que llaman a un patriotismo inexistente. El porcentaje

Noches de Sinceridad

Puede parecer completamente irrelevante lo que tenga que decir. No va cambiarte la vida, ni espero que lo haga. Es solo que a veces todos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y escuchados por nuestros seres queridos. Parecerá una tontería, pero quiero escribir sobre lo que siento. Hace unos meses perdí a mi madre. Muchas personas estuvieron ahí para acompañarme, pero hay viajes en los que uno tiene que encontrar el rumbo por cuenta propia. Ha sido sin duda la cosa más difícil que he tenido que enfrentar yo sola, pero me he llenado de crecimiento personal, de silencios largos, de lluvias que cobijan el alma. Me gusta pensar que la vida de una persona se valora en experiencias, en huellas que quedan marcadas en el corazón de los que te rodean. Es difícil saber qué tan profunda y bella es, pero es una huella que se queda grabada en lo profundo del alma y te cambia. Es como si fuera posible sembrar una semilla en otra persona, esa semilla vive y crece dentro, se adhiere al si

Querido Charly...

Querido Charly Amigo mío. Cuántos viajes hemos vivido juntos. Tantas experiencias, tantas carreras, caminatas, películas, partidos de fútbol. Sólo el destino sabe porqué nos cruzamos en esta vida tan grande y tan llena de posibilidades. No existe ni existirá nadie que pueda llenar este vacío que has dejado en mi. Te fuiste, me dejaste solo y no tengo idea de cómo viviré ahora. Las tardes me parecen insípidas y aburridas. Siempre sentí que fui yo el que más di en nuestra relación, pero ahora entiendo lo importante que eras para mi.   Pocas personas entenderán el lazo que puede unir a dos amigos.   Cuando me dijeron que estabas enfermo, sin duda ha sido el segundo peor día de mi vida. Hoy es el primero. A pesar de sentir muchísimo dolor nunca lo expresaste demasiado, muy serio y sereno, creo que aceptaste tu partida mucho mejor que yo. Amigo, perdón por aferrarte a la vida, perdón por tenerte y atarte por días, creo que no estaba listo para dejarte ir, saber que era mi decisión,

El sentir del odio

El coraje se amordaza, se enreda en la garganta y termina por desbordarse en momentos de ira y falta de paciencia. Los labios olvidan suavizar las ideas y los dientes rompen contra el mundo a mordidas despiadadas. El corazón cae y se lleva toda la sangre consigo. Llegan los mareos, la confusión y los suspiros hondos. Cuando la razón no cabe en una idea, sabes que has perdido tus estribos y se viene la estampida que no puede dejar otra cosa que un lodazal pestilente de vergüenza y hastío. El agua no quita la sed. La caja de pastillas se vacía, pero el dolor sigue ahí, punzando la cordura, rompiendo neuronas. No puedes mas que ver tu furia reflejada en los ojos de los monstruos que te asechan. Culpas a tu madre, culpas a tu padre, pero al final estás sólo en tu habitación, mirando al techo, apretando fuerte para resistir la noche y la soledad. Sabes que no hay más piso debajo. Te paras, te lavas, te limpias el odio y eres de nuevo... Tú.